El intendente, se reunió con el ingeniero agrónomo Esteban Santipolio para avanzar en el desarrollo de proyectos olivícolas en la ciudad. La propuesta busca generar espacios verdes en zonas afectadas por la actividad industrial, remediar con especies productivas de olivo y también comercializar el aceite. “Es una línea de trabajo que queremos potenciar”, destacó Macharashvili.
Este jueves, en instalaciones de la Agencia Comodoro Conocimiento, el intendente Othar Macharashvili, mantuvo un encuentro con el especialista, productor y asesor técnico en Olivicultura Agroecológica, Esteban Santipolio, quien en mayo realizó una presentación sobre las características del negocio e inversión del cultivo. De la reunión participaron también el presidente de la Agencia, Rubén Zárate; el Gerente Ejecutivo, Domingo Squillace; la ingeniera agrónoma, Daniela Bayo; e integrantes del equipo de Seguridad Alimentaria.
El encuentro se dividió en dos etapas, la primera, tuvo como propósito avanzar en un plan de desarrollo de olivos. Mientras que la segunda, consistió en una ronda de negocios con inversores para el cultivo de dicha especie. Estas acciones son importantes para avanzar hacia una consolidación de la diversificación productiva en la región.
Al respecto, el intendente manifestó que esta tarea es la continuidad de un proyecto que se está trabajando desde el año pasado, ya que “se observó que en Comodoro había olivares de muchos años, que habían plantado los pioneros y que se estaban desarrollando bien”.
En esa línea, comentó que, teniendo en cuenta la experiencia que se está efectuando en Dolavon, “en Comodoro se trabaja en dos cuestiones que tenemos como base, ya que existen muchas áreas impactadas por la producción de la industria y la idea es ver si con estos cultivos se puede hacer una remediación de esas tierras, para, posteriormente avanzar en una producción más en escala en distintas zonas”.
Asimismo, Macharashvili sostuvo que los técnicos que están llevando adelante el emprendimiento en Dolavon “están recorriendo y analizando la zona”, al tiempo que recalcó que “es una línea de trabajo que queremos potenciar, utilizando plantas nativas para la remediación de sectores que no se pueden habitar; a la vez, estamos analizando qué otra acción de cultivo productivo podemos trabajar en el ejido municipal”.
En ese contexto, se brindó información acerca de las implicancias de la inversión y las buenas condiciones que posee Comodoro para el desarrollo de esta actividad productiva. De esta manera, se busca incentivar a los productores locales a invertir en la producción de olivares para la comercialización de aceite de oliva extra virgen. La propuesta, además, incluye generar espacios verdes en zonas afectadas por la actividad petrolera, realizando la remediación y revegetación con especies productivas como el olivo y también de especies nativas.
En tanto, Rubén Zárate indicó que se está avanzando en distintos temas enfocados “en la remediación y restitución de la calidad de la tierra afectada por la industria en general, dentro de un plan de recuperación de lo llamado ‘infraestructura verde’. Estamos explorando dos alternativas: la revegetación con plantas nativas y la posibilidad de desarrollar algunas áreas con plantas productivas”.
Respecto a esto último, expuso que “venimos trabajando en lo relacionado con el olivo, por ello mantenemos este intercambio con el ingeniero Esteban Santipolio, quien estuvo recorriendo la ciudad y viendo sobre las potencialidades que tiene el olivo en la zona”. En ese sentido, el funcionario remarcó que el especialista “sacó conclusiones muy positivas, con el avance de un plan de estudio de zonas que podrían ser aptas para el desarrollo de una vocación paisajística de la ciudad, pero con elementos productivos, o para una convocatoria a inversores que puedan desarrollar la industria del aceite de oliva y contribuyan a la recuperación de estas tierras, inhibidas para el desarrollo de residencias y construcciones”.
Para finalizar, Zárate afirmó que, por lo que se conoce del desarrollo del olivo en la región, el mismo “tiene sus primeras producciones al tercer o cuarto año de plantado, llegando al nivel de máxima estabilidad alrededor del séptimo u octavo año. De ahí en más, se van optimizando los bosques de olivo para ir incrementando tanto la calidad como la cantidad de la producción de aceite”.
Por su parte, el ingeniero Santipolio explicó que la genética de la oliva que llegó a América es europea, “proveniente de zonas costeras con frío en invierno. Climáticamente, esta zona es más que apta para el olivo, con un clima más favorable que Cuyo y La Rioja, donde están la mayoría de los olivares”.
En referencia al aceite de oliva, destacó que “los resultados de las zonas costeras y frías demuestran una mejora de todos los componentes bioquímicos”, por lo que insistió en que “las condiciones que no se pueden modificar, que son las climatológicas, son más que favorable, más allá de los análisis de suelo y las tareas que deben efectuarse”.